Dura de Matar

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Cacería Macabra.

Título original: You´re Next.

Estados Unidos/2011/94´.

Dirigida por Adam Wingard.

Escrita por Simon Barrett.

Producida por: Simon Barrett, Keith Calder y Jessica Wu.

Con Sharni Vinson, Joe Swanberg, AJ Bowen, Margaret Laney, Amy Seimetz, Ti West.

 

 

Cacería Macabra empieza pareciéndose a una película slasher al estilo Jason, con una pareja siendo brutalmente asesinada después de que tienen sexo en una casa aislada de la ciudad y rodeada de un terreno boscoso. Sin embargo hay una diferencia fuerte con esa saga de los 80 porque el sexo aquí es impersonal, rutinario incluso, con la chica acostada en la cama desnuda y aburrida y el hombre yéndose rápidamente a tomar una ducha. No es poco significativa esa decisión: mostrar que el acto sexual no tuvo un goce importante despoja ese asesinato de cualquier tipo de castigo por gente que tiene un “placer prohibido”. O sea, a uno le da la sensación de que esa pareja pudo haber sido asesinada tanto sea después de haber tenido relaciones sexuales como después de haber jugado a las cartas o mirado televisión, y que esa violencia no tiene otro significado que el de un acto brutal eliminando la vida de unas personas. La película prosigue y el territorio ya parece otro: el de una familia burguesa siendo asediada por unos asesinos macabros que se ponen máscaras y a modo de supuesto ritual pintan ventanas y paredes con la frase “You´re Next” (eres el siguiente). Podría parecer entonces un film pesadillesco al estilo de Los Extraños o Funny Games en el que contemplamos la destrucción de una familia adinerada a manos de un conjunto de asesinos que obra por razones inexplicables. Pero algo pasa: en un momento de la película una de las hermanas de la familia quiere hacer algo heroico y decide ir al exterior aún sabiendo que hay asesinos afuera con arcos y flechas cazando a sus víctimas como animales, su misión es correr lo más rápido que pueda para llegar así a alguna persona con un teléfono (en la casa en la que se encuentran no hay señal en los celulares) para que llame a la policía. La película toma a esta chica preparándose y tomando carrera en cámara lenta y con una música emotiva de fondo. El momento no dura mucho, ni bien da unos pasos se abre la puerta y una soga de metal le corta la garganta (momento en el cual, lógicamente, se corta la música emotiva o cámara lenta). La película hace un plano detalle a ese cuello además de a la víctima agarrándose desesperadamente (e inútilmente) la garganta con sus manos para que deje de salir la sangre, todo esto frente a sus hermanos y padres que lloran y gritan desesperados. La situación es intensa y horrible, pero al mismo tiempo es fácil advertir el humor detrás de la violencia (encima de todo, la escena es en alguna medida bastante similar –por su resolución, por ejecución de puesta en escena- al escape heroico frustrado que quiere hacer Chris Hemsworth con su moto en La Cabaña del Terror). Justamente ese  gag de humor negrísimo funciona como preparación de un territorio para una comedia de terror que entre otras cosas puede mostrar a un personaje que durante buena  parte del metraje anda corriendo con una flecha clavada en la espalda, oneliners cómicos brillantes y gags de humor negro basados en instrumentos de cocina que de pronto se vuelven insospechadas armas letales.

En medio de esto se nos informa que una de las mujeres encerradas en esa casa (Erin) es experta en supervivencia y que estos criminales con sus modos rituales no son otra cosa que asesinos a sueldo que hacen todo por dinero, y se toman en realidad todo esto como un trabajo (véase la escena genial que muestra a uno de los homicidas sentándose a escuchar música tranquilo después de matar brutalmente a una mujer, como si fuese una persona que se toma su descanso después de una tarea concretada).

 

Teniendo en cuenta esta protagonista y este tipo de asesinos la película de a poco va mutando hacia otro lugar. En principio como película slasher hace algo muy raro y es sacar el foco de atención mayor en los asesinos y concentrarse sobre todo en esta chica Erin convertida de pronto en una suerte de John McLane de Duro de Matar que debe atravesar por tanto dolor físico como ese personaje (incluyendo vidrios que se clavan en la piel profundamente), y enfrentar a un conjunto de personas que detrás de todo su supuesto sadismo sectario no esconden otra cosa que ganas de cobrar mucho efectivo. Erin es pequeña y flacucha pero sabe valerse de agilidad, capacidad de resistencia al dolor y sobre todo mucho ingenio para vencer a los asesinos. Es un personaje sorprendente porque puede convencernos de que puede ser tanto la chica tímida, educada y adorable de los primeros minutos de la película, como esa guerrera que tiene que transformarse a la fuerza para no ser aniquilada. Es clave para convencernos de esto la actuación virtuosa de Sherni Vinson, dueña de una sobriedad ejemplar hasta cuando da gritos de guerra (sorpresa: la primera película de terror en la que la “screaming queen”, no grita de miedo sino sólo de furia) y con una fisonomía perfecta para este tipo de personaje.  Desde este punto de vista, acaso la imagen más representativa de ella  sea aquella que la encuentra en un plano general, con el cuerpo flacucho pero claramente peligroso, cubierto de sangre y viendo al último asesino que le queda no con un rostro furioso, sino más bien con una expresión resignada de quien tiene que accionar violentamente a su pesar. Por eso a veces Erin resulta ser una Buster Keaton metida en una película slasher, una chica tímida que no quería ser otra cosa que una licenciada en letras enamorada de su novio, cuyo físico muestra claramente que no se preocupó demasiado por entrenarse toda la vida para la guerra (que ella nunca le haya dicho a su novio de su pasado entrenado para el combate tiene que ver menos con una falta de comunicación en la pareja que con el hecho de que ella nunca sintió que era algo de lo que sentirse orgullosa o que la identifique como persona), y que por necesidad de adaptarse a las circunstancias extravagantes que le tocaron tiene que mutar de personalidad.

Mezclar Duro de Matar, con Buster Keaton, el cine slasher y películas como Los Extraños podría parecer disparatado, pero justamente da cuenta de la rara complejidad que tiene esta película detrás de su superficie aparentemente simple.  Cacería Macabra es parte de estas nuevas películas de terror que son al mismo tiempo herederas de largometrajes anteriores pero que logran brillar con luz propia volviéndose objetos particulares en sí mismos. Por decirlo de una manera sencilla: You´re Next se apoya en la estructura dramática basada en la mostración de asesinatos seriales de una película slasher del mismo modo que Cabin in the Woods se apoya en la estética de Sam Raimi y El Conjuro toma muchas cosas de mucho cine de fantasmas y satánico de los 70, pero las tres son lo suficientemente inteligentes como para que termine yendo por caminos inesperados.

Pero en Cacería Macabra lo inesperado también tiene que ver con el espíritu de un film que construye su verosímil basándose en cosas de apariencia predecible que terminan siendo otras cosas (en general horribles): en Cacería Macabra los familiares se matan entre sí, una cena tranquila puede volverse una pesadilla, un hombre que se dice (y lo que es peor: se cree) pacifista el provocador de una masacre y una chica tímida una guerrera salvaje al mismo tiempo que la autora involuntaria del último homicidio de la película (uno de los mejores chistes de la historia del cine por cierto). Desde este lugar no es casual que en Cacería Macabra también transforme objetos aparentemente inofensivos como cámaras de fotos y licuadoras en elementos para el asesinato. Esos objetos vueltos armas guerreras son la representación perfecta de un contexto que cambió por completo, en el que aquellas cosas que rodeaban a los personajes ya dejaron de tener la utilidad que tenían antes y se transformaron en otra cosa. Teniendo en cuenta esto es imposible llamar a lo que hace Erin al final un asesinato a sangre fría y menos que menos un acto de “justicia por mano propia”, en el ambiente en que termina estando la chica, sus puñaladas hacia el autor ideológico de la masacre no son otra cosa que un gesto de supervivencia más en un mundo que perdió todo sentido. Lo que queda entonces es meramente un cuerpo que trata de resistir todo lo posible y atacar a esa altura y con lo primero que se tenga a mano a cualquier cosa que represente una amenaza. Que la película haya decidido representar esta propuesta de pesadilla con humor negro y con una narración dueña de un ritmo soberbio sólo puede agregarle a la película mayor inteligencia y hasta una rara nobleza.

Hernán Schell

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