La historia es sencilla: alumna me pasó por mail un conjunto de preguntas acerca de Tim Burton para una tesis que está haciendo. Yo respondí las preguntas y ahora publico todo acá.
¿Cómo describirías la filmografía de Tim Burton en relación a las otras producciones de Hollywood?
La industria de Hollywood creo que siempre, a grandes rasgos –y simplificando las cosas ya que en medio de esto hay matices y también un Hollywood que fue cambiando mucho-, ha producido dos tipos de cine. Aquellas películas que podrían considerarse impersonales y un cine que podría denominarse “de autor” aplicado en el sentido en el que lo aplicó Andrew Sarris (que es diferente al autorismo según el Cahiers du cinema, pero esto es otra historia). En el primer grupo estarían la mayoría de las películas que produce esta industria, hechas por directores a los que la idea de tener un sello personal en sus películas no parece desvelarlos precisamente. De ahí salen películas más o menos buenas, o malas, o alguna que otra obra maestra. Otro tipo de cine en cambio es hecho por directores que trata de dejar una firma y que se preocupa porque su visión del mundo y sus concepciones estéticas sean visibles en la película. En ese grupo se encuentran nombres tan diferentes en sus ideas y estéticas como Paul Thomas Anderson, Shane Black, Peter Weir, Quentin Tarantino, Michael Mann, o Tim Burton. El caso de Tarantino y Burton se llega al extremo de que su personalidad se haya hecho tan fuerte que están muchas veces por sobre el nombre de sus estrellas. O sea, cuando el público no cinéfilo va a ver Colateral va a haber la nueva de Tom Cruise más allá de que la dirija Michael Mann, del mismo que te irían a ver The Truman Show porque es con Jim Carrey más allá de que la dirija Peter Weir, sin embargo Tarantino puede hacer una película con Leonardo Di Caprio o Brad Pitt y la película se promociona como “la nueva de Tarantino”. Con Burton pasa lo mismo, Big Fish no era la nueva película con Ewan McGregor, sino que era la nueva película de Burton con Ewan McGregor. Incluso cuando en las películas está Johnny Depp se habla de la nueva colaboración Burton-Depp. Curiosamente además los dos directores relacionan mucho sus universos con sus pasiones. Tarantino quería ser actor y escritor antes que director, y fijate que sus películas están muy marcadas tanto sea por la simulación –en todas las películas de Tarantino tenés la simulación como arma- y por el lenguaje y el relato –la estructura narrativa de Tiempos Violentos tiene un origen novelístico, Bastardos sin Gloria es una película obsesionada con el lenguaje-, Burton quería ser dibujante y sus películas están claramente marcadas por lo pictórico. Sus personajes parecen muchas veces caricaturas de carne y hueso, incluso Burton trata de trabajar con actores de miradas fuertes que puedan expresar sentimientos contundentes sólo a partir de un movimiento de ojos. A uno le da la impresión de que los actores gesticulan mucho en las películas de Burton pero en verdad lo que sucede es que la recarga de maquillaje parece darle más expresividad que la que los actores hacen, en general los intérpretes en Burton no cambian mucho en su expresividad, permanecen siempre en un gesto único sea este de sadismo –Sweeney Todd-, melancolía –El Joven Manos de Tijeras– o frialdad –Batman-, como cuadros caricaturescos que se mueven por tener que estar en una película. Por otro lado, tanto Tarantino como Burton han intentado poner en sus películas sus gustos cinematográficos. En el primer caso tratando de mezclar toda la erudición cinéfila en una película, Burton tratando de poner su gusto por el cine de terror de la Universal de los 30, las películas de terror de la Hammer, Roger Corman y de Mario Bava y el cine de Federico Fellini y Walt Disney. Incluso en el caso de Burton esta cinefilia ha dado como resultado un conjunto muy grande de monstruos, por así decirlo, queribles, tal y como se perciben ahora los Frankenstein de Whale o los Dracula que personificaba Bela Lugosi o Christopher Lee -ni hablar de los irresistibles sádicos y torturados que personificaba Vincent Price-. O sea, en los dos casos tenés directores que de manera muy consciente trataron siempre de mostrar quienes estaban filmando lo que filmaban, y cuyo sello autoral es también un sello comercial.
A tu parecer, ¿cuál es el eje, la temática central sobre la cual giran estas producciones?
La constante más fuerte tiene que ver con la figura de lo marginal y su relación con el mundo de lo –así llamado- normal. Siempre tenés seres que están claramente fuera de un sistema X. Beetlejuice es un renegado en el mundo de los fantasmas; los extraterrestres de Mars Attack son figuras anárquicas y destructivas en un mundo organizado sobre bases hipócritas, antiestéticas, patéticas incluso, pero bases al fin; Edward Manos de Tijeras es un ser frágil, auténtico y vestido de negro en un pueblo de casas color pastel y marcado por un chismerío nocivo; Edward Bloom es un cuentacuentos glamoroso en un mundo gris; Crane de La Leyenda del Jinete sin Cabeza es un racionalista envuelto en un mundo aún dominado por lo místico; y Sweeney Todd un asesino sediento de sangre en un mundo resignado al mal. Algunos de ellos tratan desesperadamente de adaptarse al mundo –El Joven Manos de Tijeras, Jack de El Extraño Mundo de Jack, Ed Wood-, a otros la adaptación no les interesa y sólo quieren vivir en su mundo sin que les interese otra cosa que su modo de vida-Beetlejuice, los marcianos de Mars Attack , Batman-. Es interesante observar que en estos segundos casos hay quienes logran incluso que el mundo se termine adaptando a ellos. Edward Bloom logra que finalmente su hijo entre en su mundo de historias extravagantes –incluso logra que el pibe termine transformándose en un cuentacuentos, fijate que al final el hijo no sólo le cuenta al padre como va a morir sino que integra a la historia a su propia esposa-, Willy Wonka logra que sus chocolates sean populares en todo el mundo y tanto Sombras Tenebrosas como Batman Vuelve te hablan de pueblos finalmente controlados por lo freaks. Incluso Batman Vuelve describe no sólo una Ciudad Gótica dominada por cuatro “hombres bestias”- Batman, Gatúbela, El Pingüino y Max Schreck-, sino a una Ciudad Gótica cuya arquitectura refleja el propio carácter enfermo de los freaks que lo habitan: con sus esculturas extravagantes y de rostros torturados, o compañías como las de Schreck cuyo logo es una inquietante cara de un gato. Uno sabe que esas cosas no las pueden haber diseñado las masas de Batman Vuelve –que Burton retrata como algo gris, incapaz de crear o siquiera de pensar por sí mismos- sino las bestias que lo habitan.
Según lo que he leído, Burton ha tenido sus peleas con compañías que no querían aceptar la realización de sus producciones por considerarlas oscuras, macabras y raras. ¿Has notado que alguna haya podido influenciar en él de todas formas?. Esta última pregunta viene a colación por las críticas que leí respecto a Alice in Wonderland donde acusan a Burton de haberse dejado «vencer» por Disney, aceptando sus exigencias y/o demostrando una falta de interés en el momento de reflejar su visión del mundo característica.
Alicia en el País de las Maravillas es una película llena de errores, pero a veces uno tiende a pensar que todo lo malo de una película en casos como los de Burton pasa por haber cedido a presiones industriales, como si Disney fuera una compañía que contratara a Burton sólo para joderlo cuando en verdad si vas a contratar a Burton es porque sabés incluso que la razón por la que sus películas venden es porque tienen un sello propio del director y es necesario que su visión del mundo y su estética se noten. Además pocos recuerdan que dos de las películas más personales y arriesgadas de Burton (El Extraño Mundo de Jack –que Burton no dirige pero es claramente un proyecto en el que llevó las riendas, y Ed Wood –financiada por Touchstone Cinema, perteneciente a Disney-) se dieron gracias a Disney. Es más Frankenweenie, una rareza total ya que es una película de animación en blanco y negro y que homenajea películas de la Universal de los 30, sale de la misma compañía. A mí entender el problema de Alicia en el País de las Maravillas es más simple: sus taras tienen que ver mayormente con decisiones estéticas que no veo porque Disney pudo haber presionado para que existan. Alicia es un film con un uso horrible de los efectos visuales por computadora –a diferencia de Charlie y la Fábrica de Chocolate, en los que Burton aplica estos efectos con mucha sabiduría-, una pereza impresionante para plantear escenas sentimentales –a puro primer plano y música efectista- y con un Depp insoportable. Si la película es más o menos gore, si es más o menos para adultos es un tema menor. Creo incluso que las dos veces en donde mejor se nota a un Burton transigiendo con el sistema es en El Planeta de los Simios y en parte en La leyenda del Jinete sin Cabeza. La primera es tan impersonal que ni siquiera puedo considerarla entre las fallidas de Burton ya que ni puedo pensarla como un film de ese director. La segunda es una buena película y un policial ingenioso, construida con un guión sólido como una roca y que reflexiona con habilidad entre las tensiones entre el mundo de la fantasía y la razón. En ambos casos los veo como proyectos que Burton tomó para reconciliarse con el sistema porque venía de tres largometrajes como Batman Vuelve, Ed Wood y Marte Ataca en los que exhibió una libertad creativa desmedida pero influyendo para mal en la taquilla. Batman Vuelve recaudó menos de lo que la Warner esperaba, lo que derivó en que quisieran virar hacia dos películas más familiares –y lamentables- como el díptico hecho por Joel Schumajer. Ed Wood dio –esperadas- pérdidas en salas y a Marte Ataca tampoco le fue muy bien.
¿Notás alguna diferencia entre sus primeros pasos con Vincent, Frankenweenie, Pee-Wee’s Big Adventure y Beetlejuice, por ejemplo, a sus últimas producciones? Esta pregunta hace referencia a cuestiones temáticas, de personajes, de creencias detrás de las propuestas, etc. siempre teniendo en cuenta no solamente al remake de Frankenweenie y Dark Shadows sino también a Alice in Wonderland.
Bueno, en la primera pregunta te había diferenciado los autores según la tradición cahierista de la noción de autorismo según Andrew Sarris. Digamos que la política de los autores lo que más valoraba era la idea de gente que mostrara una película con una identidad personal, con una voz propia que se reflejara en un manejo particularmente diferente de la puesta en escena y nociones sobre el mundo. No era tanto la repetición de ciertos tópicos lo que le fascinaba a gente como Godard, Truffaut, Rohmer o Chabrol, sino la idea de un artista imponiendo su propia voz en una película, a veces incluso con directores trabajando en industrias con reglas muy firmes. Digamos, lo que más fascinaba de una película como Vértigo no era que Hitchcock volviera al tema de la paranoia y lo doble, sino la capacidad del director de hacer una película tan personal y una estética tan onírica en medio del sistema de estudios. Era, si se quería, una valoración más por el lado del grito de libertad individual que por la construcción de un universo artístico. Creo que el primer Burton era un autor más en un sentido cahierista, un tipo excéntrico que buscaba mostrar su propia voz y que estaba probando fórmulas que no se sabía si podían o no ser exitosas. Las últimas películas de Burton son films que trabajan desde la autoconsciencia de un universo ya establecido de esta persona, de que hay temas que están repitiéndose, actores fetiche y una gramática personal, o sea, un autorismo más sarrisiano en el que además su director parece regodearse cada vez más. Las películas se han transformado en los últimos años en escenarios donde se exhiben freaks burtonianos: los muchos seres raros de Alicia, los muchos monstruos de Sombras Tenebrosas y los muchos bichos de Frankenweenie. Vincent, Pee Wee Herman y Beetlejuice eran personajes que subvertían su entorno con su concepción del mundo, eran lo único “raro” del mundo que habitaban y lo que más valía ahí era el elemento de subversión, de quiebre. Creo que en este sentido la comparación entre el mediometraje Frankenweenie de los 80 y el largometraje es esencial para entender esta diferencia. En la versión ochentosa ves un comienzo que nos sitúa en una familia idílica, similar a las familias de las series de los 80 como Diferent Strokes y Webster –o aquellas de las películas familiares y de acción en vivo de la Disney- y en medio de eso Burton le inserta la trama del perro monstruoso, un acto de subversión y desafío muy consciente. Fijate incluso que todo el corto de Frankenweenie termina siendo así, con una estética oscilante entre la iconografía de películas familiares –mirá las características del alumnado de la escuela, los actores de la película- y de pronto el elemento de cine de la Universal de los 30. En el largometraje no sucede esto, el protagonista se mueve de por si en un mundo de chicos extraños y lo que sucede es que se multiplica el elemento deforme. Si en Frankenweenie Burton se regodeaba en la diferencia entre un bicho monstruoso y su contexto “normal”, su largometraje acumula rarezas, tanto sea en sus alumnos excéntricos como en los distintos monstruos que van apareciendo –los sea-monkeys, la oruga, la tortuga, el gato-vampiro-. Si uno lo piensa este quiebre es bastante lógico. Cuando Burton empezó a hacer cine era consciente que lo que hacía era raro, que había mucho de desafiante en su forma de concebir el mundo. TB empezó a filmar películas regodeadas en sus freaks en tiempos en los cuales el modelo más común era el del pibe cuya característica era su capacidad de terminar adaptándose al sistema. Los 80 eran tiempos donde las historias más populares eran las de los adolescentes de John Hughes que terminaban siendo el alma de las fiestas y el simpático Marty McFly de Volver al Futuro. A Burton le importaban los que estaban marginados, los que terminaban construyendo una épica del fracaso y eso era extraño. Sin embargo con el tiempo su estética se impuso tanto que su cine ya dejó de ser “de quiebre”, hoy vemos influencias parciales o totales del cine de Burton en muchísimas películas: en los cuentos de hadas “adultos” que se vinieron haciendo en los últimos años, en la estética de algunas película de la saga Harry Potter, en la extraordinaria Coraline, en varias películas de Gore Verbintsky como Lemony Snicket o su saga de Piratas del Caribe. Y al mismo tiempo él se transformó en una marca tan conocida que ya es imposible no estar familiarizado con estética. Su cine está tan instalado que lo que hace unas décadas eran excentricidades ahora es moneda corriente.
En junio del año pasado, salió una nota publicada en Clarín en la que el crítico Leonardo D’Espósito calificaba a Burton como el heredero de Walt Disney. ¿Crees que es así? ¿Por qué?
La influencia de Disney en Burton es notable, aunque no sé si podría hablarse de un “heredero”. A ver, creo que tanto en Walt Disney como en Tim Burton hay, además de puntos de conexión estéticos, un gusto por contar historias de familias «accidentales», hechas de huérfanos o criaturas fantásticos con tipos comunes y silvestres. Ahora bien, en Disney la familia termina teniendo una función constructiva y las connotaciones son positivas. Además de todo Disney trabaja sobre una idea que es muy común en el cuento de hadas tradicional y es la de la anulación final de la fantasía para llegar a un estado de felicidad por lo real. O sea, hacia el final de las películas de Disney el elemento fantástico dado por cosas como brujas, o fantasmas, o hechizos queda anulado y lo que permanece es un grupo familiar o un matrimonio X. La única película de Burton en la que sucede esto es La leyenda del Jinete sin Cabeza. Allí todo el universo mágico es anulado –el jinete vuelve al infierno con la bruja- y lo que queda es una nueva familia integrada por Ichabod Crane, el personaje de Christina Ricci –que uno supone ya ha renunciado a la brujería- y el chico huérfano que lo ayudaba al protagonista, todo en un siglo IXX representante del siglo de las luces –o sea, un siglo racional, que reniega de la fantasía-. El resto de las películas de Burton sigue trabajando con la idea de una fantasía que persiste tanto para bien como para mal. Y con el caso de la connotación positiva de las familias el único caso junto con el mencionado Jinete sin Cabeza en que la unión familiar tiene una mirada simpática es Beetlejuicie, con el personaje de Winona Ryder conviviendo con cuatro padres: los muertos y los vivos, y terminando además la película como una mujer viva bailando entre jugadores de fútbol americanos muertos. En el resto de las películas tenés que el valor familiar es ambiguo o que el proyecto familiar se frustra. Vayamos a los casos ambiguos: El Gran Pez, Charlie y la Fábrica de Chocolate, El Cadáver de la Novia y Sombras Tenebrosas. En el primer caso pareciera a simple vista que estás viendo una relación paterno-filial, sin embargo, vista bien El Gran Pez es menos la historia de una familia que se reconcilia que la de un padre egoísta –del que la película desliza incluso la posibilidad de que haya tenido una amante y que te dice que siempre le importó más viajar que quedarse en la casa- que busca que sus historias se transmitan a su hijo y su leyenda siga eternamente transmitida de generación en generación. En el segundo caso la familia es lo que permite que Willie Wonka tenga su final feliz, pero al mismo tiempo son los padres los que terminan generando la monstruosidad de los hijos. El tercer caso termina con un matrimonio, pero quien termina teniendo toda la atención es la novia-cadáver solitaria, transformada en mariposas y que sigue siendo hasta el final de la película mucho más preferible –por personalidad y hasta belleza- que la esposa con la que se queda el protagonista. Sombras Tenebrosas es un caso más raro. Allí todo termina con una familia de monstruos que aparentemente vivirá feliz para siempre, pero Barnabás Collins es mostrado como un personaje ambiguo, que no tiene pocos puntos en común con la bruja Eva Green. Incluso hacia el final, acaso de manera inconsciente, Barnabás también termina como su némesis encadenando un vampiro –el personaje de Helena Bonham Carter-. En el resto de los casos es lisa y llanamente un desastre. Los intentos por integrar a Edward Manos de Tijeras a una familia de los suburbios termina derivando en tragedia y en que él termine totalmente aislado. Batman busca que Gatúbela viva con él en su castillo y fracasa en su intento. Mars Attack se burla de manera despiadada de los modelos familiares al punto tal que el personaje de Portman puede perder a sus dos padres sin que le importe demasiado. La familia disfuncional de freaks de Ed Wood no es suficiente para que el protagonista no termine frustrado y sumido en el alcohol. El caso más horripilante se da en Sweeney Todd, que es al mismo tiempo la película más oscura y furiosa de Burton. Ahí el protagonista tiene dos familias: la original de cuando él era Benjamin Barker y la “sustituta” de cuando él se transforma en Sweeney Todd y que está conformada por el personaje de Bonham Carter y por el chico huérfano. Barker/Todd termina aplicando sin darse cuenta la misma lógica en los dos casos. Asesina tanto a su esposa original como a Bonham Carter y trauma tanto a su hija biológica mostrándole su cara ensangrentada como al huérfano que ve como Bonham Carter es asesinada delante suyo.