Dos Películas

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Un Buen Día para Morir. Título original: A Good Day to Die Hard. Estados Unidos/2013/97´.  Dirigida por John Moore. Con Bruce Willis, Sebastian Koch, Jai Courtney, Mary Elizabeth Winstead, Yuliya Snigir.

Los Miserables. Título Original: Les Misérables. Inglaterra/2012/158´. Dirigida por Tom Hopper. Con Hugh Jackman, Russell Crowe, Anne Hathaway, Amanda Seyfried, Sacha Baron Cohen, Helena Bonham Carter.

Ayer vi dos películas que no tienen nada en común salvo por el hecho de que las dos son malas. En realidad no quiero ser injusto con Un buen día para morir (la mala) porque la otra (Los Miserables) está en otra categoría (es directamente horrible). Empecemos por la menos peor. Un buen día para morir es la quinta parte de la saga de John McClaine, esa que empezara hace más de veinte años con la obra maestra Duro de Matar. El título literal de esta última parte es Un buen día para ser duro de matar, algo mucho más adecuado que lo que le pusieron acá teniendo en cuenta que la película juega de manera muy autoconsciente con la indestructibilidad de su protagonista (y al parecer también de su hijo), capaz de caer desde varios pisos sin que esto le implique ni un hueso roto. Esto también pasaba en la anterior parte de la saga (Duro de Matar 4.0), en la que McLane podía sobrevivir a todo tipo de ataques desmedidos sin que esto le impidiera seguir vivo para continuar matando villanos. En ambos casos hay una idea de tomar al héroe de acción y basarse en su imposibilidad de ser asesinado para jugar a verlo salir prácticamente ileso de los contextos más ridículamente arriesgados. Esto es llevado al extremo en la última película, ya que ahí Willis actúa siempre sabiendo que va a quedar vivo y se muestra lo más tranquilo frente a cualquier situación por extrema que esta sea. Si hasta se permite hacer chistes (algunos excelentes, mérito no sólo del guionista sino también de la capacidad de Willis para decir líneas de manera graciosa) en momentos donde tanto él como su hijo parecen estar en total peligro. Así es como, si en Duro de Matar 4.0 al menos se veía a McClaine preocupado por su hija, acá Willis «juega» al héroe de acción con su primogénito varón sin que esto lo altere demasiado. En medio de esto  la película pone con calzador un “conflicto” padre-hijo que nunca se sabe bien en que consiste y que se soluciona con una conversación familiar que está más por imposición (innecesaria) de un guión perezoso que otra cosa. Nada de lo señalado aquí es un problema grave, lo que si molesta acá son las escenas de acción. Las mismas son sí, como en la anterior parte, ridículas por lo irreales, pero en Duro de Matar 4.o estas lograban ser extravagantes y llenas de imaginación visual, además tenía como elemento extra a varios personajes carismáticos. En Un Buen día para Morir el carisma lo tiene enteramente Willis y una aparición fugaz de un simpático taxista ruso, hasta Mary Elizabeth Winstead parece desganada y notablemente afeada por razones que desconozco. Mientras tanto las escenas de acción están mal montadas y confunden espectacularidad con grandes cantidades de explosiones y muchos autos –y camiones, y autobuses- chocando, e ingenio narrativo con una vuelta de tuerca. Es verdad que es una película sumamente pequeña (su duración no pasa de la hora cuarenta) que no parece tomarse en serio a sí misma -a uno le da la impresión que fue hecha por un grupo de amigos con mucha plata que se juntaron a tomar cerveza y decidieron seguir con una saga porque si-, pero como decía el crítico Robin Wood: si una película no se toma en serio a sí misma, porque debería de tomármela en serio yo.

Los Miserables va por el lado opuesto: viene con varias nominaciones al Oscar, está inflada de importancia –la adaptación de un musical de prestigio basada al mismo tiempo en una novela que es considerada como una de las cimas de la literatura del siglo IXX- y con actores principales en papeles muy diferentes a los que se asocia normalmente. Después de todo, Russell Crowe y Hugh Jackman son más famosos por sus protagónicos en películas de acción y aventuras, sobre todo el segundo, muy asociado a la figura de Wolverine. Anne Hathaway, en tanto, si bien hizo dramas, tiene un mayor historial como comediante (una excelente por cierto) y como chica Disney. El papel de la desgraciada Fantine no es precisamente un rol en el que uno la vea seguido. De todos modos las elecciones para Los Miserables en el caso de Jackman y Hathaway no parecen ilógicas ya que la calidad en la voz de ambos actores es muy conocida (Jackman actuó en musicales en Brodway y cantó en la película Happy Feet; a la segunda se la puede ver cantar en varios lados, por ejemplo acá) . Más extraña e infortunada fue la elección de Crowe, que claramente no tiene la menor capacidad para cantar en un musical como este y que mueve a bastante compasión cuando uno lo ve tratando inútilmente de llegar a notas altas. Se podría haber optado por un doblaje pero acá no sólo no se hace eso, sino que se renuncia a utilizar cualquier tipo de playback y se graba todo en sonido directo. La decisión es bastante absurda teniendo en cuenta que lo único que genera es que los personajes de la película tengan que estar prácticamente estáticos en varias escenas. Podría pensarse que hay una idea ahí de adaptar de la manera más literal posible la puesta en escena teatral, tal y como pasaría con la versión de La Flauta Mágica de Ingmar Bergman. Pero no, porque acá el director Hopper combina este recurso sonoro con algunos efectos digitales bastante feos (ver los barcos del principio) y movimientos de cámara grandilocuentes. Uno incluso se pregunta porque se le pidió a Anne Hathaway que bajara tantos kilos y se dejara hacer un corte de pelo horrible si van a hacer una película tan consciente en varios aspectos de su propio origen teatral, y porque pedirle además tanto realismo en su desgaste físico si hacia el final a Hopper le va a bastar con pintarle dos ojeras a Hugh Jackman para mostrarlo agónico y sumamente enfermo. La cuestión es que Hathaway en esta película hace uno de los momentos más patéticos de un largometraje rico en situaciones que dan vergüenza ajena. Se trata curiosamente de una de sus escenas más celebradas: su interpretación del célebre I Dreamed a Dream, hecha en un solo primerísimo primer plano fijo a su rostro. Si, es verdad, ella tiene una gran voz, pero el recurso visual no hace otra cosa que desnudar la pereza básica de una película que quiere remarcar el momento más conocido de ese musical de una manera burda y apelando a la emoción con algo tan básico como música melodramática sumado a una remarcación evidente en un rostro sufriente (algo que Hopper hará en todo momento en los momentos más sentimentales, de hecho tan grosera es la película en su búsqueda fácil de la emoción que se va a permitir la imagen de la muerte de un nene bonito tomada en ralenti). La celebrada interpretación de Hathaway, por otro lado, me parece bastante fallida: un conjunto de muecas sufridas en una interpretación infinitamente impostada en su solemnidad que, junto con su idea de “afearse” y la anécdota del adelgazamiento brutal en tiempo récord –sacrificios que la Academia valora enormemente por razones que desconozco- pareciera rogar la obtención del premio Oscar.

Por lo demás, hay un tono de seriedad insufrible (tanto que hasta uno agradece los chistes malos que les dieron a los personajes de Sasha Baron Cohen y Helena Bonham Carter) y una estética que parece indigna hasta de una mala miniserie del canal Hallmark. Si uno hace el esfuerzo y llega hasta el final de sus dos horas y media –sacrificio que sospecho mayor al de cualquier personaje sufriente de esta película- va a encontrarse con un epílogo que “resucita” a los personajes muertos en la película –por lo menos los buenos- que sólo puede ser concebido por un director obsesionado con el mal gusto.

4 pensamiento sobre “Dos Películas

  1. Santiago

    Concuerdo con las escenas de accion de duro de matar (parece que las filmo Michael Bay). Hay un error, el nombre de la actriz que hace de la hija de Bruce Willis es Mary Elizabeth Winstead no Stewart.

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  2. Nayel

    Hernán: No sé si viste «The Sessions» (Seis sesiones de sexo), pero para mí la actuación de Helen Hunt merecía más el Oscar que la de Anne Hathaway en Los Miserables.

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  3. Hernán Schell Autor del artículo

    No la vi todavía. Pero justo hoy me la recomendaron. Hace rato además que no veo a Helen Hunt en una película. Es una actriz excelente, y un caso raro, después de un momento de ascenso meteórico (con la serie Mad about you y el Oscar por Mejor Imposible) es como que fue desapareciendo del mapa del mainstream de a poco. Veremos que pasa, pero no me sorprendería que esté mucho mejor que Hathaway. en general las mejores actuaciones no están en quienes ganan el Oscar sino en los ternados. Misterio…

    Saludos.

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